Donald Trump lo tiene claro.
Si algo ha hecho cambiar a Corea del Norte en los últimos meses es la presión contra Pyongyang impulsada por su gobierno.
Poco después de que Corea del Sur anunciara que su vecino en el Norte está dispuesto a negociar su desnuclearización siempre que se garantice la estabilidad del régimen, el presidente estadounidense se atribuía la victoria de ese cambio de postura.
"Yo", respondió este martes en una rueda de prensa tras ser preguntado sobre la razones detrás del tono conciliatorio de Pyongyang.
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"Las sanciones han sido muy, muy fuertes. Han tenido mucho impacto", ahondó destacando la "gran ayuda" de China para contener a su vecino y su esperanza de que Corea del Norte esté siendo sincero.
Lo cierto es que, dada la opacidad del régimen norcoreano, los expertos no coinciden en una única razón que explique la repentina disposición de Kim Jong-un a negociar, aunque exponen una serie de argumentos que pueden haber motivado este último giro y alguno de ellos apunta a Trump.
"Presión real"
Uno de los factores que puede haber empujado a Pyongyang a volver al diálogo son las múltiples y duras sanciones que pesan sobre el país, según algunos observadores.
En 2017, el Consejo de Seguridad de la ONU impuso hasta tres rondas de sanciones a Corea del Norte, la última de ellas el pasado mes de diciembre, anunciada como la "más dura hasta la fecha" con una restricción de prácticamente el 90 % del suministro de petróleo y combustible a la nación asiática.
China, el principal socio económico de Corea del Norte, se comprometió a cumplir con las sanciones al cien por cien y Estados Unidos siguió en paralelo aumentando la presión, con otras medidas unilaterales.
Es difícil comprobar los efectos en la economía norcoreana de estas acciones, pues se desconoce el crecimiento económico del país el año pasado, pero un análisis del Consejo de Relaciones Exteriores, un centro de estudios estadounidense, apunta que hasta ahora el impacto había sido "mixto".
No obstante, augura que las sanciones aprobadas a fines del año pasado podrían tener un "impacto potencial mayor".
"Las sanciones están ejerciendo una presión real sobre el régimen", asegura en declaraciones a BBC Mundo Abraham Denmark, quien trabajó en el pasado para el Pentágono en asuntos de Asia y ahora dirige el programa asiático del Centro Wilson.
Denmark, no obstante, considera que existe otro factor crucial: los éxitos logrados por Pyongyang en 2017.
De igual a igual
"Corea del Norte ha conseguido un tremendo progreso en su programa nuclear y de misiles", destaca Denmark, en referencia a las exitosas pruebas de misiles y nucleares norcoreanas el año pasado.
Su sexto ensayo nuclear, el lanzamiento de misiles balísticos intercontinentales supuestamente capaces de alcanzar todo el territorio estadounidense y el desarrollo de misiles de combustible sólido son un ejemplo de ello.
"Han conseguido la capacidad técnica que querían", afirma por su parte Michael Madden, experto en el liderazgo norcoreano y director de la página especializada NK Leadership Watch.
Los avances técnicos han abierto una ventana para Pyongyang, en opinión de Madden, pues permiten al régimen negociar en igualdad de condiciones, confiado en que sus armas supondrán un elemento disuasorio para Washington.
Nuevos aires en el sur
El presidente surcoreano, Moon Jae-in, quien accedió al cargo el año pasado, es otra de las figuras clave de este nuevo escenario político, según coinciden los analistas consultados por BBC Mundo.
Ya en campaña, Moon abogó por un mayor acercamiento con el Norte y, pese a algunas críticas dentro de su país, está cumpliendo lo prometido.
El deshielo entre las dos Coreas se materializó durante los Juegos Olímpicos de invierno celebrados en Corea del Sur, los llamados "Juegos de la Paz", y esos contactos propiciaron el reciente acuerdo entre ambos países para celebrar una cumbre de líderes en marzo y la distensión con Washington.
"Ha conseguido lo que prometió, pero si ello llevará a la desnuclearización permanente (de la península) es aún un interrogante", señala a BBC Mundo Lisa Collins, especialista en asuntos coreanos del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés).
Collins admite tener una visión pesimista sobre los motivos reales de Corea del Norte y no descarta que la oferta de Pyongyang sea sólo una estrategia para conseguir un "respiro económico" e incluso minar la alianza entre EE.UU. y Corea del Sur.
Una "cirugía compleja"
A la espera de que Corea del Norte se pronuncie oficialmente, pues el anuncio de que Pyongyang está dispuesto a sentarse a negociar de momento sólo vino por boca de diplomáticos surcoreanos, el veterano experto en asuntos de seguridad Jim Walsh, quien participó en el pasado en negociaciones con funcionarios norcoreanos, presenta un panorama complejo.
"Digamos que todas las partes están siendo sinceras y en el primer día de las negociaciones, Corea del Norte acuerda deshacerse de sus armas nucleares, tomaría otros diez años para que se convirtiera en realidad", explica Walsh en conversación con BBC Mundo.
Cuando se trata de EE.UU. o Corea del Norte, las palabras no son una buena guía: las acciones, sí"
En cualquier caso, una hipotética negociación para firmar la desnuclearización de Corea del Norte también se augura difícil.
Una gran clave de la discusión sería la demanda de los norcoreanos de que "Estados Unidos abandone su política hostil" hacia el país.
"Y ¿eso qué significa?... Algunos norcoreanos me han dicho en el pasado que eso quiere decir que Estados Unidos retire todas sus tropas de la península".
A diferencia de las negociaciones pasadas, los tres nuevos actores en juego -Kim, Trump y Moon- podrían coincidir en ese aspecto, a ojos de Welsh, que actualmente es investigador asociado del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT).
El presidente surcoreano proviene de un partido que busca "mayor autonomía y soberanía", explica, por lo que podrían estar inclinados a desligarse de Estados Unidos; y es más que sabido que Trump no es un entusiasta de las alianzas internacionales.
De momento, Walsh se muestra cautelosamente optimista... pero "muerto de miedo".
"Te dicen que vas a morir, pero hay una operación que te puede salvar, muy arriesgada. Si te sometes a la operación, puedes morir antes, pero si no la llevas a cabo, morirás seguro...".
En otras palabras: "Si la diplomacia funciona, fantástico. Pero si las negociaciones colapsan, todas las partes se irán enfadadas y tomarán una postura más agresiva que la que tenían antes".
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