Al diagnosticar enfermedades cardíacas, los médicos enfrentan al paciente a una información que debe ser procesada y que implica cambios en los estilos de vida. Más allá de los medicamentos que existen para una arritmia, por ejemplo, tanto la dieta como el ejercicio físico son herramientas de control de las cardiopatías.
Una patología cardíaca es aquella que se localiza en el corazón, a diferencia de las cardiovasculares que también incluyen a las arterias y las venas. Son ejemplos, además de las arritmias, la dilatación del músculo cardíaco, los infartos y la insuficiencia. En cuanto a las válvulas internas, podemos mencionar las estenosis y los prolapsos.
Para la mayoría de estos trastornos se utilizan los mismos métodos complementarios. Diagnosticar una enfermedad cardíaca, en general, consiste en seguir unos pasos protocolares que implican la realización de estudios de menor a mayor complejidad. Aquí te los contamos.
¿Mediante qué pruebas se pueden diagnosticar las enfermedades cardíacas?
Como bien adelantamos, hay métodos complementarios para diagnosticar las enfermedades cardíacas que son comunes a varias patologías. Con un electrocardiograma, por ejemplo, es posible detectar una arritmia y un infarto, sin que las patologías sean iguales.
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Electrocardiograma
Un electrocardiograma (ECG) es un registro eléctrico de la actividad del músculo del corazón. A través de electrodos ubicados en la parte externa del cuerpo se perciben las variaciones de electricidad que son propias del latido. Esto se origina en el sistema interno que tiene el tejido cardíaco para comandar el hecho de palpitar.
La prueba no necesita anestesia ni grandes preparaciones. Es más, se realiza en los consultorios ambulatorios y el paciente se retira tras no más de media hora de haber permanecido allí. A veces se solicita de rutina para rastrear cambios que podrían estar ocultos, y otras veces son solicitudes de controles posteriores a patologías ya establecidas, como un infarto o la hipertensión arterial.
El registro se plasma, a través del aparato de electrocardiogramas, en un papel con una línea que denota los latidos. La interpretación del estudio depende de la formación del médico. Existen protocolos ya establecidos de lectura que indican el significado de cada línea que se dibujó.
Ecocardiograma
Para diagnosticar las enfermedades cardíacas es posible que se solicite un ecocardiograma. La prueba consiste en una ecografía similar a la que se emplea para controlar un embarazo, pero pero dirigida al corazón.
Un dispositivo llamado transductor envía señales, como ecos, que rebotan en el músculo cardíaco y regresan para ser interpretados en forma de imagen en un monitor. Es posible ver, en vivo y en directo, el movimiento, los latidos, la forma y la dinámica cardiovascular.
Una variante es el doppler, con la adición de colores a la imagen para distinguir entre sangre venosa y sangre arterial. En la actualidad, casi siempre se concreta con esa modalidad porque la información es mayor.
Prueba de esfuerzo
El nombre técnico de la prueba de esfuerzo para diagnosticar enfermedades cardíacas es «ergometría». En términos básicos, se estimula al corazón mediante el ejercicio físico para registrar qué sucede en condiciones de esfuerzo. Al mismo tiempo, se realizarán electrocardiogramas y ecocardiogramas, mientras el paciente corre en una cinta o pedalea en una bicicleta fija.
Existen parámetros que se consideran en una prueba de esfuerzo para no sobrepasar capacidades que pudiesen poner en riesgo la vida de las personas que la están realizando. Se han estipulado límites para la frecuencia cardíaca, para la inclinación de la cinta de correr en caso que se use una móvil y signos a los que prestar atención para detener el esfuerzo.
Se trata de un método complementario muy útil porque simula situaciones de la vida real, en las que los pacientes pueden verse obligados a correr o trotar contra resistencia, así como subir escaleras. En un ambiente controlado, el corazón es estudiado mientras replica la realidad.
Monitoreo Holter
La prueba que los médicos llaman de manera más corta como holter es, en realidad, un electrocardiograma de larga duración. Mediante un aparato, que los pacientes utilizan por uno o dos días, se registra la actividad eléctrica del corazón.
Luego, con programas de computadora, se contabilizan variables como las cantidades de arritmias, las aceleraciones, las taquicardias y las bradicardias. Su ventaja es que hay situaciones que escapan al ECG de consultorio y que suceden, por ejemplo, cuando el paciente duerme. Allí es cuando es posible diagnosticar enfermedades cardíacas que se ocultan.
Cateterismo cardíaco
Un cateterismo cardíaco es una intervención quirúrgica, ya que implica insertar un catéter dentro del sistema circulatorio. El acceso suele ser por las extremidades superiores o inferiores, hasta llegar al corazón con el dispositivo, el que podrá realizar mediciones o inyectar tintes radiográficos.
En general, se apoya el procedimiento con imágenes externas que seguirán la aparición del tinte radiográfico. De esta manera, es posible ver las cavidades cardíacas con un detalle especial que detecta fallas de funcionamiento y anatómicas.
No todos los pacientes pueden someterse a un cateterismo, pero los que sí tienen indicación pueden beneficiarse al mismo tiempo de un tratamiento. Con el catéter ya inserto es posible realizar reparaciones o quitar obstrucciones de coágulos en las arterias coronarias, por ejemplo.
Resonancia magnética cardíaca
Los avances en los métodos de imágenes han permitido llegar a una resonancia (RM) específica para el corazón. Con el mismo fundamento de las RM para el resto del cuerpo, en este caso se emplea una fuerza no radiante para observar el músculo cardíaco. Sus indicaciones pueden solaparse con los del ecocardiograma.
Más allá de diagnosticar las enfermedades cardíacas, es importante prevenirlas. Los métodos actuales nos permiten detectar de manera precoz las alteraciones peligrosas para la vida, pero una dieta adecuada, realización de ejercicio, disminución del estrés y controles periódicos son las mejores herramienta.
En cuanto a la dieta, es conveniente recordar que el consumo de vegetales por encima de las carnes, y la inclusión de alimentos naturales, no ultraprocesados, abundantes en omega 3, han demostrado proteger la salud cardiovascular.
Respecto al ejercicio físico, los estudios científicos coinciden en que el deporte aeróbico practicado en días intermedios, con una duración entre 30 a 60 minutos es suficiente para mejorar el riesgo.
Para disminuir el estrés hay técnicas variadas que abarcan desde la respiración profunda hasta el yoga, así como la meditación y el mindfulness. Cada persona tiene afinidad por una u otra de acuerdo a su personalidad y su contexto cultural.
Por último, los controles periódicos con los profesionales médicos se imponen, al menos una vez al año. Para los adultos está recomendado un electrocardiograma anual, aunque en las personas diabéticas y en los atletas de mayor gama deberían realizarse con una frecuencia menor, de 6 meses.
Si todo esto falla, entonces será necesario realizar algún método complementario de los que enumeramos para arribar al diagnóstico adecuado. Ante la duda, lo idóneo es consultar al médico, en especial si hay síntomas de alerta.
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