Pasadas las dos de la madrugada, cuando todavÃa se contaban votos en todo el paÃs y la presidencia estaba en el aire, Donald Trump apareció con su familia en la Casa Blanca, denunció fraude y se proclamó vencedor, aunque dijo que llevará el recuento a la Corte Suprema. «Esto es un fraude al pueblo americano, es una vergüenza para nuestro paÃs, estábamos a punto de ganar las elecciones, y honestamente, las hemos ganado», dijo el presidente. Era una noche electoral atÃpica, con toda seguridad no la que esperaba el presidente. En realidad, no habÃa resultados definitivos. Varios estados estaban aun en el aire. Muchos condados habÃan paralizado el recuento hasta la mañana del miércoles. Joe Biden habÃa hablado una hora antes. Y Trump, con aire entre molesto y confundido, salió con un papel guardado en el bolsillo de la chaqueta a repasar datos y decir que iba por delante en Florida, Tejas, Arizona, Carolina del Norte, Michigan, Ohio y Pensilvania, suficiente para ganar.
Pero no fue una celebración, porque nadie, ni los estados, ni las televisiones, ni los partidos habÃan proclamado un ganador. Era la primera vez que algo asà sucedÃa desde las reñidas elecciones de 2000. Trump lamentó que a pesar de sus «resultados fenomenales» se estuviera cometiendo el «fraude» de marras, que no le atribuyó a nadie, aunque se entendÃa que se referÃa a los demócratas. Tampoco explicó el presidente qué va pedirle al Supremo, a parte de que «se deje de contar votos» y «no se encuentren votos a las cuatro de la madrugada».
Asà que la fiesta de celebración de Trump en la solemne Sala Este de la Casa Blanca se convirtió en una lamentación más del presidente, quien dijo: «Este es un momento muy triste, y ganaremos esto, y hasta donde yo sé lo hemos ganado».
Lo cierto es que a Trump le estaba yendo mejor de lo que las encuestas llevaban meses vaticinando. Aquellos riesgos de perder hasta Texas no se materializaron, y el candidato ganó donde siempre ganan los republicanos. Es más: disputa estados tradicionalmente demócratas como Michigan o Pensilvania.
Sà hubo algún mal augurio, como que la cadena Fox News, la que él ve de forma religiosa, le diera al demócrata Biden el estado de Arizona, en el que han ganado todos los presidentes republicanos sin excepción. Pero hasta contra eso se rebeló Trump. «De repente veo que nos quitan Arizona, pero todavÃa podemos ganarlo. No lo necesitamos, pero podemos ganarlo», dijo el presidente. «EstarÃa bien ganarlo».
La comparecencia fue breve, por la hora y por la incertidumbre. La familia del presidente le acompañó, pero sólo quedó con él en el estrado la primera dama, que no habló. El vicepresidente Mike Pence sà tomó la palabra después, y dijo, de forma escueta: «Haremos América grande de nuevo, de nuevo», adaptando a estos tiempos tan inciertos el primer lema de campaña de Trump.
En unos minutos, los Trump se marcharon, sin fiestas, sin música, sin descorchar champán, sin la satisfacción de haber cantado una victoria segura fuera de dudas, ni la amargura de tener que admitir la temida derrota.
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