Cataluña es la región española donde se genera más riqueza, pero eso no significa que ésta alcance a todos sus habitantes.
En la parte alta de la colina de Les Roquetes, en el lado opuesto de las playas de Barcelona que tanto atraen a los turistas europeos, unas 10.000 personas viven en
edificios con pintura descascarada, colores apagados por el tiempo y ropa que cuelga de las ventanas.
edificios con pintura descascarada, colores apagados por el tiempo y ropa que cuelga de las ventanas.
La mayoría de ellas, con el dinero justo para llegar a fin de mes.
Se trata de Ciutat Meridiana, el barrio más humilde de la capital catalana, según los datos del ayuntamiento.
O como lo llama la prensa local: "Villa Desahucio", ya que durante la época más dura de la crisis económica llegó a ser la zona de la ciudad donde más personas perdieron sus casas por no poder pagar la hipoteca o el alquiler.
Hoy, todavía se dan unos cuatro casos cada semana, explica a BBC Mundo Filiberto Bravo, responsable de la Asociación de Vecinos de Ciutat Meridiana.
"Nuestros principales problemas son el paro (desempleo), la vivienda y la alimentación", afirma.
Los acontecimientos políticos de la última semana, la destitución del Ejecutivo catalán y las declaraciones de su titular, Carles Puigdemont, desde Bruselas; se encuentran en las últimas posiciones de la larga lista de preocupaciones de sus residentes.
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"Mientras estas tres cosas no estén solucionadas... ¿Independencia? ¿De qué?", pregunta.
Una ciudad dormitorio para obreros
Ciutat Meridiana se construyó entre 1963 y 1970 en las afueras de Barcelona para acoger a los inmigrantes del resto de España que habían venido a trabajar en la floreciente industria catalana.
En las dos décadas anteriores, unas 360.000 personas habían llegado a la ciudad para buscar empleo en las fábricas, lo que había ocasionado un déficit de viviendas que llevó a muchos a tener que habitar barracas, una especie de casetas precarias.
Durante muchos años, Ciutat Meridiana no tuvo servicios municipales ni acceso por transporte público.
Su único fin era servir de ciudad dormitorio para obreros como Dionisio Herrán, de 75 años, quien llegó procedente de Málaga (sur de España) y vive en el barrio desde que se fundó.
"Hay opiniones para todos los gustos pero aquí, la mayoría, si son trabajadores no son independentistas", asegura en una pequeña plaza al lado donde hasta hace unos minutos conversaba con un vecino.
Herrán considera al movimiento que busca la separación de España "la ruina de Cataluña" y asegura que es una reivindicación que no existía antes de que empezara "la democracia". Es decir, durante el régimen del general Francisco Franco.
Una lucha económica
"Yo empecé a trabajar con 15 años y que después de estar haciéndolo durante 50 años, para poder levantar a España de la posguerra, ¡la quieran romper! Eso es muy duro", lamenta.
Este antiguo trabajador del los sectores de la metalurgia y de la construcción recibe una pensión mensual de 920 euros (US$1.068).
Con ella se tienen que mantener él y su esposa, y además de los nietos que cuida durante la semana para apoyar a su hijo, que está separado de su pareja.
Si la renta familiar promedio en Barcelona se puntúa con un 100, la de Ciutat Meridiana no llega ni a la mitad: un 34,5. En el barrio más rico de la ciudad, Pedralbes, el índice asciende a 250,5; según un estudio del Ayuntamiento.
"Quizá Cataluña sea la región que más riqueza genere, pero las diferencias entre la gente que más y menos tiene se notan cada día más aquí, en Barcelona", dice Bravo.
"A veces ves alguna estelada (la bandera independentista), pero los vecinos no viven ese problema porque hay necesidades mayores que la independencia", añade.
"Esta discusión, en la que además nosotros desde la parte obrera nos hemos visto implicados de una forma ajena, es una lucha entre dos poderes, dos gobiernos, los dos de derechas y yo creo que más bien es una lucha económica entre ellos".
Ese concepto (de que la independencia mejorará las cosas) no lo tenemos aquí, la verdad. El rico será más rico pero el pobre seguirá siendo lo mismo o quizá más pobre".
Para Bravo, los ciudadanos están pagando los intentos de los gobiernos catalán y español de tapar la corrupción.
"Nunca he visto que el rico luche por el pobre. Incluso para que el rico sea más rico, es el pobre el que lucha", afirma.
"Así que ese concepto (de que la independencia mejorará las cosas) no lo tenemos aquí, la verdad. El rico será más rico pero el pobre seguirá siendo lo mismo o quizá más pobre", zanja.
El empleo, la clave
Ciutat Meridiana es el segundo barrio de Barcelona con la mayor tasa de desempleo: un 15,5% en 2016, según un informe del Ayuntamiento publicado en junio.
Pero Bravo, que forma parte de la asociación de vecinos desde hace más de 40 años, insiste en que al menos uno de cada cinco residentes del barrio está desocupado.
Su organización atiende a unas 400 familias por "problemas de vivienda y alimentación" provocados precisamente por la falta de trabajo.
"Hay muchos pisos vacíos y ocupados (de manera ilegal). Los alquileres han subido muchísimo", cuenta.
Los desahucios han reducido la población de 17.000 habitantes en el año 2000 a los 10.156 actuales.
"Es muy triste... Muchas de estas familias eran dueños de pisos (departamentos). Los echaron, les quitaron la llave y ahora han vuelto al barrio y como su piso sigue vacío, lo han ocupado".
Francisco González es de Galicia (en el noroeste de España) de 40 años, lleva tres décadas en Ciutat Meridiana.
"Mi preocupación es el trabajo, un trabajo estable, con mis papeles y bien. Con mis pagas y mis vacaciones, como todo el mundo. Es lo único que me interesa", afirma a BBC Mundo.
Sentado en un banco, a González ni se le ocurre mencionar la crisis política que se vive en Cataluña con el independentismo cuando se le pregunta cuáles son las mayores inquietudes de los vecinos del barrio.
"La gente no se preocupa por eso. La gente lo que quiere es trabajar y bueno... Sí, hablan... A mí no me preocupa tampoco. Yo no creo que eso lleve a ninguna parte, sólo para conseguir más crisis", observa.
Herrán le da una posición importante en este conflicto al empleo: "Alguien que trabaja usa el tiempo libre para pasarlo con su familia y no le importa nada más".
"Pero si no tienes nada que hacer y vienen y te dicen que vas a estar mejor con la independencia... ¡Claro, apoyas cualquier cosa!".
Mejoras en el barrio
González no tiene un empleo estable, pero le "van saliendo cositas". Cuenta que tiene una bandera española, pero puntualiza que no es "fascista".
Detrás de él está una de las tantas áreas verdes con árboles y plantas que adornan los edificios de Ciutat Meridiana y que la hacen parecer menos desafortunada de lo que es.
"Lo que ha cambiado para mejor (en el barrio) es esto", dice mientras señala a su alrededor. "Han arreglado las paredes, el suelo... Urbanísticamente, ha mejorado mucho".
Con el paso de los años, Ciutat Meridiana fue integrada al municipio de Barcelona y ahora cuenta con una parada de metro y escaleras mecánicas en sus calles de pronunciadas pendientes.
Sus vecinos lo agradecen. No sólo por comodidad, sino porque una buena parte de su población tiene más de 65 años (el 16%, según datos de 2012) y uno de cada cinco viven solos.
Y son estas personas mayores las más preocupadas por lo que pueda pasar si los partidos soberanistas continúan ganando terreno, según la ecuatoriana María Collaguazo, de 39 años.
"La gente mayor mayor siempre está preocupada por si tendrá que irse de Cataluña y yo les digo que no es para tanto, que se tranquilicen", afirma mientras atiende a un cliente en su tienda de víveres.
Lleva 20 años en el barrio y no tiene tiempo para ver noticias porque está siempre trabajando: "Si se cierra un día aquí, se pierde mucho".
"Yo les digo: 'Mira, yo sólo sé que hay que trabajar y ya está. Hay que seguir para adelante y no nos queda otra cosa. Ya cuando venga (la independencia), vendrá y ¿qué vamos a hacer?", explica con un tono que podría ser tanto de resignación como de despreocupación.
Regiones ricas
Con el auge de la inmigración que vivió España antes de la crisis económica, la composición social del barrio cambió y muchos extranjeros llegaron en busca de una vivienda barata.
Como Collaguazo, el 27% de la población de Ciutat Meridiana nació fuera de España.
Uno de ellos es Addi Ait Bendaoud, un marroquí de 36 años al que, pese a llevar 11 años en el país, le cuesta mucho expresarse en castellano.
"Para mí, es mejor quedarnos como antes (de que el independentismo tomara fuerza). Puede haber muchos problemas si salimos (de España)", opina.
Recuerda que Marruecos fue un protectorado de Francia y España hasta 1956, cuando consiguió su independencia.
Para mí, es mejor quedarnos como antes (de que el independentismo tomara fuerza). Puede haber muchos problemas si salimos (de España)".
"Mi abuelo murió en la guerra para liberar al país y ¡mira! Ahora nosotros tenemos que venir aquí a buscar trabajo", comenta Ait Bendaoud.
Herrán critica que muchos políticos que defienden la independencia "ni siquiera sean catalanes" sino descendientes de españoles desplazados, como él.
"¡Si la abuela de Puigdemont era de Almería (sur de España)!", se queja.
"Lo que pasó fue que la dictadura, en vez de repartir las empresas por todo el país, las puso en Cataluña y el País Vasco. Por eso son (regiones) ricas", asegura.
Uno de los principales argumentos de los independentistas es que Cataluña, que representa el 19% del PIB español, percibe menos de lo que aporta a las arcas españolas.
El gobierno central reparte el dinero que recauda de todas las regiones de acuerdo a las necesidades que estas tengan.
Esto se traduce en que algunas áreas más pobres reciben menos de lo que dan y otras, como Cataluña, dan más de lo que reciben.
"Si la dictadura hubiera puesto las fábricas por toda España, Cataluña sería una más", concluye Herrán.
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