SHANGHAI. Luego de que el rap, semi clandestino en China, saltó a la fama gracias a un programa musical, las autoridades comunistas han iniciado una brusca campaña anti-hip-hop para que se moderen los audaces raperos. “No tengo necesidad de convertirme en estrella.
Eso podrÃa causarme problemas ahora”, declaró a la AFP el rapero de Shanghai “Mafan Xiansheng” (Señor lÃos en mandarÃn).
El artista de 28 años está grabando en la actualidad un nuevo álbum, y dice que modera voluntariamente los textos de las canciones más crÃticas. “Hay que ser inteligente. Incluso si es un poco liviano y débil, sigue siendo un álbum de hip-hop. Puse allà mi estilo. Alguien inteligente comprenderá el mensaje entre lÃneas”, dice.
China no tiene la cultura urbana ni los ghettos negros en los que el hip-hop estadounidense se originó. El rap local apuesta a su tempo seductor y a palabras ancladas en realidades locales, como las desigualdades relacionadas con el crecimiento económico. En ese contexto fue lanzado en 2017 el programa de telerrealidad “El rap de China”.
Contra toda expectativa este programa difundido en internet se convirtió en uno de los más vistos del paÃs. Los vencedores del programa obtuvieron titulares de la prensa popular y lograron contratos con empresas disqueras. Y el rap se benefició de una excepcional difusión nunca vista en China.
Sexo y droga
“Aunque no gustaba mucho el programa, logró mucha influencia. Se ganaba más dinero y las chicas nos querÃan más”, dice sonriendo “Señor lÃos”. Pero la breve primavera del rap chino parece haber terminado. DifÃcil de imponerse en un paÃs donde el Partido comunista ve con desconfianza cualquier cultura cuyos valores morales están tan alejados de los suyos.
“Aunque no gustaba mucho el programa, logró mucha influencia. Se ganaba más dinero y las chicas nos querÃan más”, dice sonriendo “Señor lÃos”. Pero la breve primavera del rap chino parece haber terminado. DifÃcil de imponerse en un paÃs donde el Partido comunista ve con desconfianza cualquier cultura cuyos valores morales están tan alejados de los suyos.
En agosto, el artista “Fat Shady” tuvo gran éxito luego de un rap que era una diatriba contra los “extranjeros estúpidos” que viven en China. El mes pasado, PG One, co-vencedor del programa de tele realidad se vio en la mira de las autoridades. Se le reprocha haber glorificado el sexo y la droga en una canción de 2015 y de haber tenido una supuesta relación con una actriz casada.
El golpe llegó a mediados de enero: una directiva gubernamental prohibió de antena a los “artistas con tatuajes, a la música hip hop” y a los músicos “en conflicto con los valores esenciales y la moral del partido” comunista. Consecuencia: la temporada 2 de “El Rap de China” está ahora en veremos. Y algunos raperos se quejan de haber sido borrados de las listas por las salas de concierto y los productores.
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