Por Juan Salazar
Santo Domingo, RD.- Los bajos
salarios y los pocos incentivos que reciben los profesores universitarios, a lo
que se suma ahora una mayor presión y estrés laboral por la docencia virtual,
han colocado la vocación por la enseñanza casi al borde del colapso.
El cierre de secciones y el
abandono voluntario de asignaturas por razones de salud ha agravado la
situación económica de los educadores, quienes vislumbran un agotamiento del
ciclo de vida y de servicio en la cátedra universitaria.
"Pienso que muchos
profesores de las universidades privadas desertarán porque la virtualidad les
roba el tiempo y pocos pueden cubrir los gastos en que incurren para impartir
docencia”, expresó el profesor de Comunicación Social, Santos Aquino Rubio.
Dijo que le preocupa la calidad
de la enseñanza universitaria privada, si no se aborda el problema de la falta
de motivación de los profesores.
“Mi temor es que la vocación
pierda espíritu y que los maestros responsables decidan abandonar, dando
paso a improvisados que nada tienen que perder”, agregó el catedrático con 30
años de ejercicio.
Los maestros de algunas
universidades perciben los mismos salarios desde hace décadas, no reciben pagos
durante las vacaciones entre cuatrimestres o semestres, pero tampoco han sido
incluidos en los programas de protección por la pandemia del nuevo coronavirus,
como ha ocurrido con otros sectores.
Esos descuentos durante las
vacaciones entre niveles se dan aunque en esas semanas los profesores están
corrigiendo exámenes finales y reportando calificaciones, un trabajo que
consideran tan arduo como el que realizan a lo largo de cada nivel.
“Las universidades les cobran
todos los meses a los estudiantes, pero les descuentan esas semanas a los
profesores”, dijo el profesor Agustín Rodríguez, quien tiene 23 años de
ejercicio docente.
Otro educador indicó que
problemas de circulación en sus piernas, agravados porque ahora pasa más horas
sentado frente a un computador en medio de la docencia virtual, le obligaron a
quedarse con una de tres materias que impartía y porque “no compensa en nada el
esfuerzo”.
Sin apoyo
Aún con la pesada carga de
trabajo, los profesores no cuentan con los soportes tecnológicos que debe
ofrecer la universidad para impartir las clases, ya que deben disponer de
computadoras, celulares inteligentes, impresoras y otros recursos.
Cuando plantean estas necesidades
a las universidades, les indica que deben resolver ese problema por sí mismos,
porque no disponen de esas facilidades.
La educadora Siddy Roque, con
siete años de ejercicio docente, indicó que sus gastos para impartir la
docencia virtual han aumentado considerablemente. “Para yo impartir mis clases
sin ningún tipo de inconvenientes he tenido que aumentar la velocidad de
mi internet, el costo de la energía eléctrica ha aumentado, el acondicionador
del aire tiene cuatro horas adicionales de carga, adicional a esto tuve que
comprar un inversor para prevenir apagones”, añadió.
Consideró que el sueldo que
recibe como profesora universitaria no compensa todos estos gastos en que
incurre para garantizar la eficiencia de las clases a distancia.
Frente a ese panorama, algunos
docentes han tenido que acudir donde amigos y familiares para solicitar
soportes tecnológicos y así poder impartir la docencia virtual.
Salario no alcanza
El salario-hora para maestros
está por debajo de los 150 pesos en algunas universidades, que lo justifican
porque alegan tener una cuota de matriculación y mensualidades asequibles para
estudiantes de clase media y baja.
Sin embargo, exigen que el cuerpo
profesoral cuente con maestría y otras especialidades y que se esté
actualizándose constantemente.
Hay muchos profesores que se han
quedado sin ingresos, porque no se les asignaron cargas académicas y otros han
visto reducir sus salarios por encima del 70 por ciento, llegando al extremo de
que en algunos meses cobran menos de 500 pesos.
Sus reclamos de mejoría salarial
e incentivos han quedado en el aire, pese a que con el inicio de la docencia
virtual debido al Covid-19, los docentes han visto multiplicados sus esfuerzos
y responsabilidades académicas, ya que el estudiante requiere un seguimiento
más personal en el proceso enseñanza-aprendizaje.
El profesor tiene que dar
seguimiento a los estudiantes durante toda la semana, explicar contenidos,
compartir informaciones, programar clases y corregir prácticas y exámenes.
“La peor situación es la
desatención de las autoridades académicas y administrativas, quienes no han
ofrecido ni siquiera una explicación o dispensa por esta grave situación que
pasan los profesores de algunas universidades”, indicó un profesor que prefirió
el anonimato.
También los aspirantes
Pero si los profesores de larga
data quieren abandonar la docencia y pierden la vocación, jóvenes profesionales
tampoco se animan a entrar a la cátedra universitaria desmotivados porque los
bajos salarios no compensan las responsabilidades que tendrían que asumir.
Una joven profesional confesó que
intentó entrar a la carrera docente en una universidad privada, pero apenas
estuvo por dos cuatrimestres porque resultó demasiado agotador para tan bajos
ingresos. “Demasiado esfuerzo para tan pocos cuartos”, apostilló.
El gobierno ha implementado
planes sociales para todos los sectores, incluyendo recientemente uno favor de
los estudiantes universitarios de escasos recursos, con la entrega de bonos
para enfrentar la deserción universitaria.
Pero los profesores se preguntan
cuándo atenderán también las necesidades de los docentes universitarios y qué
harán para enfrentar también una posible deserción de las aulas en ese sector.
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